¡¡¡QUERIDOS AMIGOS!!!

Saluditos especiales a todos, no se preocupen, caben todos en mi abrazo. Es una bella y fresca mañana de diciembre. Tengo mil cosas que hacer y aunque no figura en mi agenda, se que ella es especial y quiéralo o no, como cada día tengo una cita obligada con ella, algo que entró en mi vida y la ha trastocado de suerte y manera que a veces la resiento por ser tan demandante de mi, de mi vida, de mi tiempo y de mis pensamientos; a veces intento ignorarla, demostrarle que no es ella quien manda sino yo, pero es astuta, sabe por donde deambulan mis pensamientos y en algún recodo me atrapa, me llama, me hace guiños, insiste, insiste e insiste y caigo rendida ante ella, ante sus devaneos, ante ese constante escarceo que vive haciendo con mi vida. Sí, es ella, esa maldita y bendita, esa amada y odiada, esa extraña que se ha colado suavemente en mi diario vivir, como esos amantes que un día entran de manera inocente a tu vida y que sin advertirlo hacen poco a poco una estructura tan sólida en tu existencia que sacarlo de tu vida es renunciar a una parte de ella. Sí, es ella, es la computadora, que es tan parte de mí que ha logrado el milagro cibernético de llegar a cada uno de ustedes de una manera impensable hace unos años. Pues bien, ¡Qué viva la tecnología! Y Aunque ello signifique de alguna manera estar sometidos a ella, ¡Bienvenida nueva esclavitud!